El dinosaurio de la juguetería era
precioso.
Un diplodocus de color verde,
con el cuello largo y un cuerpo
enorme.
Ahorré céntimos y céntimos
en mi hucha de cerdito
y ayer me lo compré.
Lo dejé en el jardín un momento
y se comió las margaritas de papá.
Eran sus margaritas preferidas.
Aún tenía margaritas entre los
dientes
cuando papá fue a regarlas.
Mi papá se puso rojo (de rabia),
yo me puse azul (tierra, trágame),
el dinosaurio siguió siendo verde,
pero le salieron puntos blancos
(debe de ser alérgico a los pétalos
de las margaritas).
A mamá le entró la risa, cogió la
regadera de papá
y regó al dinosaurio.
—¡Vigila a tu dinosaurio! —me riñó
papá— ¡Acabará comiéndonos también a nosotros!
—No, papá, los diplodocus son
vegetarianos.
—¡Pues ojito con los rosales!— dijo
papá.
A partir de entonces, no dejo solo
a mi dinosaurio ni un segundo.
Hasta duerme conmigo.
Solo le doy de comer las malas
hierbas del jardín.
Papá está contento
(ya no tiene que quitar las malas
hierbas)
y mi dinosaurio es feliz
(tiene un estómago agradecido).
A mamá le encanta el dinosaurio
(sigue teniendo puntos blancos).
Y yo tengo compañía todas las horas
del día
(y de la noche).
* * *
Hoy le he dado fiesta a Juanlu y os he puesto un dibujito mío...
Q historia para tierna..
ResponderEliminarMe encanto el dinosaurio,q se comía las margaritas de papá y le dio alergia los pétalos de las margsritas.... (puntos blancos)
Gracias Brenda, me alegro que te guste este dinosaurio, un abrazo!!!
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